“No puede ser que seamos tu y yo así, de esta
manera. Raros de narices. Extraños del paraíso y del infierno, raras aves en
esta tierra.
Como otros tantos que hay condenados a
esconderse los impulsos, a simular ideas ordinarias en ropajes de apariencia conveniente,
por obligada prescripción facultativa. Extraña forma de vivir, ¿no te parece?
Cuídate de ellos, semejantes o contrarios, porque
todos te harán daño, en la mayor o menor medida exactamente de tu entrega,
aunque confía en que ninguno conseguirá matarte del todo. Es imposible.
Podrán arañar, arañar la piel de un poeta.
Conseguirán fácilmente que sangre, y que de sus rasguños amanezcan, como brotes
en la hierba agradecida, versos, miles desvergonzados o versos densos, antiguos
y nuevos. De amor, dolor, veneración o hastío, con seguridad : de vida y muerte
entrelazada.
Pero si intentan, si intentaran llegar más allá, difícilmente…
apenas si verán cómo tu herida se cura milagrosa, regenerarse con rapidez
insospechada, y cómo esa nueva epidermis ya no llevará aquel nombre
ensombrecido, y acabará en la cuneta del olvido.
Síntomas observados: falta de voluntad
absoluta en lo referente sobretodo a ese
sentido común de los idiotas. Total dependencia de las ganas. Adicto a las pasiones y a los vicios de
variada índole. Trenzado por invisibles
lazos de palabras, en sentidos opuestos, disparatados y reflexivos. Tensión
descompasada. Variantes de humor. Locura de amor inexistente. Dolor enquistado
en el fondo del recuerdo.
Vaya, nadie se siente identificado ¿??
¿¿ Es que acaso soy la única que necesita
sentir el corazón a cada rato??
Como demostración de vida. Signo de identidad
hacia la locura. Ahí está, desde luego: la
vida que me espera al volver la esquina, y me asalta, inesperada. Ahí la noto,
en ese susto de muerte: el cataclismo nivel 6 escala Ritcher. Cuando echa todos mis pesados muebles como motas de polvo a la ventana. Y mi cuerpo se va a tomar tierra. Ahí es donde resucito.
Imprescindible masoquismo. Arréame a golpe de
taquicardias, vuelcos de latidos, pulsos encendidos. Así es desde que me
conozco. En los momentos clave, a cada momento, en esa monotonía gris del pasar
los días, y también cuando atizando brasas han saltado las chispas nuevas. Siempre
que he logrado saltar de pantalla.
Imposible resistirme al vaivén emocional.
Donde sé que está, allá voy de cabeza. La voluntad ni se asoma. Dejarme llevar,
sólo eso.
Confiando en que al cabo, el destino volverá
a estar a la altura de las circunstancias y me salvará el pellejo. Conseguirá
llevarme donde debo. Todo es así de sencillo y de tremendo.
Sólo pienso algo sensato para llevarme acto
seguido la contraria en dirección opuesta. Para desafiar las razones una y otra
vez hasta volverme loca.
Patología de
poeta. Diagnostico acertado. “
ktharsis 2013
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