“Con esa estética expresión de
los poetas, que nombran, testifican y condenan en sus verbos de colores igual interferencias,
que dramas e historias, yo habito en las palabras dulces y tristes, en los
vocablos valientes del sentimiento que ni
falso ni real, sólo sirve imaginado.
En esos márgenes cerrados de los
sueños prohibidos y extraños, donde amo, encuentro y borro un aire constante, despistado y
tremendo. Ajeno a la verdad, ajeno al mundo.
Consumo exagerada diversión en lo
terrible, meciéndome en la fábrica de un timbre que me invento. Acento
exagerado. Pasión por los deseos, por el oscuro amarre que nos condena a ellos.
Sonido de cadenas. Memorias de
fantasmas.
Propensión a la conquista de
vuelos, al derrotismo de los suelos del infierno. Recurso de titiriteros, magia peligrosa. Chistera
de ilusiones, papeles encontrados, intérprete de nubes. Encantadora de serpientes.
Tapados los ojos, tan abiertos. Aturdimiento
necesario de la lógica. Revolución de premisas. Trastocada de caricias. Alternancia
de mitos. Tribulaciones esquivas. Locuras transitorias.
Y un millón de posibilidades en el camino del
trueno.
Abajo la realidad que es mucho más
sencilla, que es praxis, simplificada, rasurada, plana, tan aburrida...”