"Subo deprisa la montaña de
escalones.
Huyo subiendo, acalorada, dejándome
atacar por el invierno que sopla en contra de mi paso, que enfría el rostro en mis mejillas, que
despierta y apaga al mismo tiempo.
Acelero, piso firme y ruidosa, hacia
la torre de mi casa. La música, el estruendo, habrá de salvarme del silencio de
los muertos. Más alta, más fuerte. Que deje sordo el valor, la culpa, el remordimiento
y la conciencia. Ya casi no me escucho, ni oigo lo que vienen a decirme…
Consigo llegar hasta arriba.
Consigo llegar hasta arriba.
Disfruto la libertad por un
momento. Las vistas abiertas. Las cadenas rotas. Siento que vuelo.
Puro espejismo del instante.
Apenas llego y ya siento el tirón del amarre que me mata. Mi hijo es un dragón
hambriento de palabras y se ha quedado en la prisión de las mazmorras.
No puedo despegarlo aunque
quisiera. Me aterran las cuerdas, esos lazos invisibles que persiguen y consiguen tenernos maniatados.
La pesadilla existe por mucho que pretenda separarla. Ahora la siento rugir, cómo me alcanza su lengua de fuego sobre el pecho.
La pesadilla existe por mucho que pretenda separarla. Ahora la siento rugir, cómo me alcanza su lengua de fuego sobre el pecho.
De nada sirve esta huida. Tras el
viento de popa que llenó mis velas de oleaje, la resaca empuja de contrario, tirando de mí.
Y vuelvo a caer colina abajo.”
ktharsis 2014
ktharsis 2014
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