“Un día de estos lograré encontrar por algún lado ese
extraño ventanal de hielo y fuego por el que consigue comunicarse conmigo.
He mirado detrás de sus palabras, los pétalos blancos que
llueve cuando quiere y le dejan, que consiguen desmontarme los esquemas. (Interrogadas parecen inocentes)
He consultado mis libros de cabeza, los armadores de
silencios provechosos, en busca de razones coherentes. (Y no tienen la respuesta)
In extremis, me he empeñado en torturar el corazón para que
cuente. (Temo que prefiera seguir aprisionado antes que soltar la
prenda de su abrazo.
1, me lo tiene amenazado con ternura;
2, no quiere perder su voz alentadora;
3, tal vez no sepa nada.
O las tres cosas)
1, me lo tiene amenazado con ternura;
2, no quiere perder su voz alentadora;
3, tal vez no sepa nada.
O las tres cosas)
Debe existir en algún rincón que aun yo desconozco, por el
aire volante de estos montes, las nubes pasajeras que los cruzan o en la luna
que me observa la tristeza… un conducto invisiblemente humano que me dirije hacia sus
penas, y debe tener algún sentido.
No pararé hasta encontrar el nexo que nos une…
cuando el dolor nos bloquea las puertas del alma, cuando cerramos los ojos para no llorar más con la mirada, cuando tememos que la noche nos derrumbe en la locura incurable de las cosas cotidianas o imposibles.
Será una madrugada...No pararé hasta encontrar el nexo que nos une…
cuando el dolor nos bloquea las puertas del alma, cuando cerramos los ojos para no llorar más con la mirada, cuando tememos que la noche nos derrumbe en la locura incurable de las cosas cotidianas o imposibles.
cuando vea en el vaho de la ventana el calor de mi entereza temblar y descender hasta untarme en el
suelo, porque hace demasiado frío fuera de sus ojos.”
imagen: Ursula Abresch
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