“A gritos viene atropellando el
temporal esos cauces flanqueados de risueños revuelos con jazmines, que tú y yo
acostumbramos a velar por las noches. La voz agria del viento desbordado y loco
huye ignorando nuestra resistencia. Atronadora la lluvia nos castiga, nos
secuestra el corazón bajo el azote despiadado del miedo imprevisible.
Dentro de mí la furia de este
mundo sucumbe y tiembla sin escapatoria. Cae el cielo como una maldición sobre
la tierra, haciéndose verbo cruel en esta oscurísima hora del despiece.
Ensordecidos al trasluz de
nuestro acento jadeante, nos despeñamos monte abajo en un abismo de terror,
sobre las rocas. No importan los daños si no han sido suficientes las
trincheras, el parapeto organizado entre tus brazos y los míos.
Sólo queda luchar con las espadas
del gozo, cuando el aullido del dios que cae sobre tu espalda cubre mi pecho,
indecente, con la empujada vida incurable de sus flechas.
Y batallamos a la carga en una
hazaña que es un traspaso de salvas por el instinto de la supervivencia. No
quiero amanecer sin esperanza. Prefiero fondear eternamente por tu cuerpo hasta
que en la clausura estancada del tiempo nos rescatemos de las garras del demonio.
Faenaremos hasta perder nuestro aliento y encontrarnos, hasta sostener
la salida que se agita, rebota y resplandece, justificando el destrozo de allá
afuera.
Estamparemos los rasguños apretando
el poderoso y feliz encuentro de la vida manifiesta.”
ktharsis 2013
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